sábado, 20 de febrero de 2010

Del gusto burgues-oligarca

El arte anti-imperialista no tiene la intención de “gustarle” a los consumidores de productos culturales condicionados a que el arte les proporcione placer cognitvo y a que las expresiones estéticas se neutralicen ante su mirada cegada ante la voluntad de que únicamente se le revele la intrascendencia estético-política de la obra. El arte que para el paladar domesticado es “dificultoso” por pecar de “mal gusto” es el arte que hoy es parte de lo que no existe. Es el arte que repudia con todas sus fuerzas la banalidad diabólica de “las zonas grises,” beatas de aquellos que viven vidas cómodas bajo una “democracia” para pocos orquestrada por la economía política. Es el arte que en la época de Andre Breton y de Marcel Duchamp “ofendía” a aquel grupo de gente que se conocía como burguesía y que hoy son la oligarquía impune y los aspirantes a oligarcas. Es el arte que se dio a la tarea de hacer conexiones que todavía no son visibles, o que solo son visibles desde un punto de vista que provoca desacuerdo en vez de consenso aprobatorio y sin reservas. Y como dijo Alain Badiou: “Más vale no hacer nada que trabajar formalmente por la visibilidad de lo que, para el Imperio existe.” Citamos esto último pensando también en las redundancias capitalistas de Santiago Sierra.

1 comentario:

  1. Veo que sois muy conscientes de la cínica posición de Santiago Sierra con sus obras que pretenden ser "políticas" por denunciar explotaciones varias, realizadas a su vez explotando el propio artista a trabajadores o parias sociales.
    Obteniendo él un gran plusvalía (como artista), y apoyado por grandes instituciones (públicas y privadas), con el aplauso de no se sabe qué gentes faltas de todo criterio ético.

    Agradecida por encontrar vuestros análisis que desmontan este chiringuito repugnante.

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