lunes, 6 de junio de 2011

Comunismo liberal y militarización: Business as usual

La imagen que apareció en la portada de La Jornada del 30 de mayo de 2011 muestra a Cristina Fernández admirando una de las reproducciones en bronce del escultor Francés Auguste Rodin en la colección del nuevo museo Soumaya, de Carlos Slim. Llama la atención que Slim haya recibido a la presidenta primero que Felipe Calderón (quien ofreció a la dignataria una comida en el Castillo de Chapultepec al día siguiente), y también que la hayan acompañado en su recorrido empresarios y líderes corporativos como Roberto González Barrera (presidente de Maseca y Banorte) o María Asunción Aramburuzabala Larregui (presidenta de Tresalia Capital). En total, casi cien empresarios mexicanos interesados en invertir o que han invertido en Argentina disfrutaron de una cena ofrecida por Slim en el museo después del recorrido. Con ocasión de la cena, Cristina Fernández dio un discurso en el que alabó la arquitectura y el contenido del museo, diciendo que es un “orgullo” que los mexicanos tuvieran un empresario que haya brindado a su comunidad este museo y compartido sus obras de arte con el pueblo. Para Fernández, el gesto de Slim es uno de “responsabilidad social” el cual para ella, debería de caracterizar al empresariado. Con su combinación de política, cultura y corporativismo, este evento es emblemático del actual discurso que podríamos llamar “comunismo liberal,” del cual evidentemente Cristina Fernández es abanderada. El comunismo liberal implica que el mercado y la responsabilidad social no se oponen, sino que pueden unirse para beneficiarse mutuamente. Dentro de este sospechoso discurso (o modelo) – de quien Bill Gates es el pionero y representante icónico –, la responsabilidad social implica “compartir” la riqueza. Otro de sus aspectos es la inseparabilidad entre estado y corporaciones – Por ejemplo, Fernández agradeció a los empresarios mexicanos haber invertido en Argentina desde el 2003. El comunismo liberal celebra también al consumismo: Como lo dijo orgullosamente la presidenta, aludiendo a uno de los proyectos de inversión de Grupo Carso, Argentina es el consumidor no. 1 de celulares por persona en el continente Americano. El modelo económico aplicado actualmente en Argentina y bajo su mandato está enfocado al crecimiento y a la inclusión social – que son la clave para la sustentabilidad de su modelo económico. Siguiendo el trend de los Fujimori, los Colom, el fracasado Shagún-Fox, Clinton, Bush, etc., de re-establecer la oligarquía en sus respectivos países, Fernández enfatizó la continuidad de su presidencia con la política de Ernesto Kirchner de quien es viuda y quien canceló la deuda de Argentina con el FMI en 2003. De acuerdo con la doctrina del comunismo liberal (que es unos grados menos intenso que el neoliberalismo crudo) Fernández exaltó a los empresarios a ser creativos y a repensar los viejos dogmas y modelos para gobernar, dejando que políticos, economistas, empresarios y trabajadores gremiales manejen al país, ya que son los pilares de la política económica.

El Museo Soumaya simbolizó durante una noche la unión entre política exterior (hecha directamente por los empresarios, en lugar de representar sus intereses), corporativismo y cultura. Al día siguiente Calderón ofreció una comida a Cristina Fernández en el Castillo de Chapultepec, símbolo del patrimonio histórico “nacional” y por lo tanto del bien común – a diferencia del Museo Soumaya que es un bien privado abierto al público. La visita de Fernández hizo evidente que la diplomacia corporativa queda por encima de la diplomacia transnacional. El comunismo liberal ha logrado estatus hegemónico por medio del consenso ¿y quién estaría de acuerdo con los dogmas del comunismo liberal, que son, responsabilidad social, inclusión, creatividad? Sin embargo, todos los comunistas liberales son sospechosos. Dicen que Cristina Fernández sostiene que Italia es un modelo para mirar e imitar, aún cuando es bien sabido que las empresas italianas se apoyan en la desregularización, la xenofobia y la superexplotación para crear plusvalía. Finalmente, se hace evidente que a pesar de la guerra contra el narcotráfico, los negocios florecen en México. También que tal vez, la guerra de Calderón, que ha facilitado la ocupación norteamericana de México, se trate de business as usual.

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