lunes, 9 de enero de 2012

Respuesta de Juan Pablo Macías al Comité

Hola Jaltenco

Gracias por tus continuas lecciones, por las continuas iluminaciones, o cualquier término heliológico que prefieras.

Pero ¿porque piensas que no conozco a Bradley Manning, Mordechai Vannu o Anat Kamm o que no cualquier pseudo-ilustrado como yo pueda ilustrarse en minutos tecleando en Google? Más bien se te fue el punto que quise comunicar entre líneas.

Usar como punto de comparación para el arte a estos héroes de la contra-información me parece, no sólo muy arriesgado, sino sumamente excesivo. Son campos bien diversos. Uno, porque las deserciones de sus respectivos ejércitos operan desde fuera de los regímenes de segmentaridad, dentro de los cuales nosotros operamos, son fugas de información desde el poder: los banqueros, las mafias con sus perras el estado, sus ejércitos y sus políticos. Dos, porque continúa a alentar una gran confusión que nace de una reflexión entre arte ‘y’ política que en los últimos años se ha fusionado ciegamente gracias a una demagogia crítico-curadorial que ha obviado nuestras sintaxis artísticas, que ha citado y re-contra citado filósofos sin escuchar lo que el artista hace, es más, formalizándolo. El problema es que tantos artistas han decidido ilustrar estas demagogias. Son pocos los curadores que con respectiva distancia, escuchan y esperan al artista, ni si quiera a los de los setentas en México. La gran mayoría sólo ansía ver reflejada su imagen en los proyectos de sus artistas, sólo tienen ojos para lo que ilustra su demagogia.

No creo que exista algo como artes políticas o anarquistas. No pienso que un Arturo Schwarz haya pensado escribir historia del arte anarquista, o Herbert Read crítica anarquista, Deleuze filosofía anarquista o Kasimir Malevich pintura anarquista. Mi punto era que un negro sobre blanco o negro sobre negro es muy diferente a las actividades que Malevich mantenía con los círculos anarquistas de su época. Usan el lenguaje artístico políticamente, que es muy diferente, como tu bien sabes, además de hacer política.

Es claro que tus lecturas obvian este sustento anarquista en la resistencia francesa o en los escritos de Deleuze, o incluso en La Insurrección que viene del Comité Invisible Francés al cual te suscribeshumildemente. Por eso estableces diferencias entre alternativas políticas, anarquistas o de resistencia en el arte. Los primeros ciudadanos franceses en huir a los bosques fueron acogidos por los maquis españoles. No es casualidad que existieran mas de 40 mil anarquistas españoles refugiados en territorio francés que contribuyeron a la creación de la resistencia francesa, sin mencionar a los ucranianos (obviamente no sólo). Obviarlo es aceptar que los gringos y De Gaulle liberaron Francia. Pasa lo mismo en México, tantas tácticas guerrilleras durante la revolución se deben a una sublevación y una resistencia del pueblo que estaba en contacto con literatura anarquista casi 50 años antes de la revolución. No reconocerlo es aceptar que los convencionistas la perpetraron. Pero como el lenguaje no es vida, toda palabra escrita no es más que una pequeña sentencia de muerte, una condena (estoy seguro que te suena quién lo escribió). Y en esto la condena marxista, la verborrea marxista, ha inundado hasta la putrefacción todos los ámbitos de resistencia de la vida cultural y militante. Desde las trincheras verborréicas del museo, de la universidad, de las instituciones culturales y de la militancia política, el poder ha puesto al marxista como su aparato de captura, cegado por su dialéctica, cómodo con sus salarios y aguinaldos, ahogando pulsiones y afectos como principal labor, empezando por los suyos.

Si algo ha resistido a tal sistema político, económico y filosófico - capitalismo y comunismo, capitalismo y marxismo - ha sido la necesidad de la vida por la libertad, la necesidad de la vida expresándose através de la palabra libre, llámalo pensamiento libertario o anarquismo o mejor aún, no le des nombre, porque opera también sin el, y esto que resiste, existe en la forma de lo negado, desde los medios, las universidades, la historia, las macronarrativas. (Aquí es claro que una biblioteca como la mía sea redundante visto que ha colmado tus expectativas como espectador, y que todo el mundo sabe lo que ha sido el anarquismo, que la ignominia que le han fabricado es pura fantasía, y que puedes encontrar a todos estos autores en los anaqueles de las tiendas de servicio)

El problema es otro, y tiene que ver con la resistencia de la vida ante la tiranía de etiquetas, a las identidades esencialistas, a las abstracciones y a las ideas fijas que el estado perpetúa, directa o indirectamente. No defiendo la exposición, que esté claro, ni siquiera mi práctica, pero el problema de tu discurso, como el de muchos, es que peca de lo que critica, y más, subiéndose a los flujos discursivos provenientes desde occidente, flujos colonizantes que desactivan la praxis mediante verborrea o retórica sin propuestas, muy ad hoc con el mercado, dicho sea de paso. El problema del arte es que se ha convertido en un campo de batalla de posturas retóricas comandadas desde los aposentos curadoriales, desde las cómodas infraestructuras e intereses que representan: poco hacer mucho decir, mucho decir impidiendo hacer. Es por esto que en un 99% de la curadurías se siente una fisura irreconciliable entre prácticas: la curadorial y la artística.

Si profundizaras precisamente en esto, en como (parafraseando al comité invisible francés) el medio cultural ahoga los deseos revolucionarios, así como principalmente los creativos, en como el medio y el mercado son obviados en muchas de las prácticas artísticas recientes, en fin, encausar las derivas del Comité Invisible Jaltenco sin sentencias de muerte, sin etiquetar prácticas, sin confusión de campos, pero desde una postura ética (visto que es ésta la que falta en cualquier enunciación desde siempre, es en ésta donde reside la responsabilidad en el lenguaje y que el poder decide siempre suprimir), analizando mecanismos y proponiendo alternativas, sería una aportación enriquecedora para todos.

No creo que se pueda generalizar a los artistas de esta exposición como una generación (hay varias generaciones, no por fechas de nacimiento sino por vínculos) que represente a la ideología hegemónica cultural del país, más bien en los últimos diez años todos estamos dando patadas de ahogado por una mercantilización extrema que sufrió el arte en los noventas y por la criba de una elite curadorial y de funcionarios que ha posibilitado e imposibilitado manifestaciones. No es casualidad que la figura del curador cobra fuerzas como agente asalariado en esas mismas épocas de extrema mercantilización.

Juan Pablo Macías

9 de Enero de 2012

Livorno, Italia

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