sábado, 19 de junio de 2010
"Highlights" de Art Basel 2010 (arte contemporáneo): vanitas, vanité, décadence e ilusiones liberales
Desde Nietzsche o desde el “desencantamiento del mundo” (la salida de la religión), los humanos dejamos de creer en las verdades absolutas. Si en esta época creemos en la materialidad de la humanidad, entonces el mundo material no puede ser despachado a favor de un tipo de retiro a la trascendencia etérea. En la historia del arte, el género del ‘vanitas’ en pintura, simboliza la banalidad de la vida terrena (y evidentemente la trascendencia etérea) según la cita bíblica: Vanitas vanitatum omnia vanitas, es decir, “Vanidad de vanidades: todo es vanidad.” Este cráneo de azúcar al evocar al vanitas (y al cliché del folklor mexicano) se convierte en una tautología; vaciando el aspecto simbólico del género del vanitas (y del cráneo en sí: que es el recordatorio de la certeza de la muerte), es un bucle de vanidad consumible, de decoración golosa, seductora y apetitosa. Todas las imágenes, cada una a su manera, nos confrontan con la muerte, con nuestra propia finitud: sin embargo, no lo hacen de forma devocional o ritual o filosófica, sino como objeto de consumo.
Sabemos que con el capitalismo la “realidad” que se nos presenta es absolutamente falsa, y sin embargo, seguimos existiendo dentro de ella porque ya no creemos en nada más allá de la aparición inmediata de las cosas. La ideología está localizada en lo que hacemos, y no en lo que sabemos, ni en lo que creemos. Ésta es la problemática que dio lugar a la nueva lógica que alimenta al mundo más allá del humanismo secular-imanentista y su conclusión inevitable: la indiferencia capitalista, que reduce a los problemas del mundo y de los humanos a sintomatologías, fenómenos inevitables, cosas ‘mejorables’ y problemas ‘intervenibles.’ La violencia física y emocional hacia las mujeres: glorificada en estas imágenes (y hecha opaca en los muros-blockbuster cubiertos de grasa proveniente de liposucciones de Teresa Margolles) indica la actual indistinción entre ideal y real; las imágenes son también voyeristas a la vulnerabilidad de la imagen y psique femeninas provocadas por la cultura actual que dicta ciertos comportamientos normativos a las mujeres. Finalmente, la imagen-texto de Jenny Holzer expresa la esencia del liberalismo: una falsa política, blasé de la denuncia y la crítica y secuestrada por los dueños de los medios de producción en el nombre de la libertad (de expresión).
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