lunes, 10 de mayo de 2010
BRANDING AWRY: CALDERÓN HACIENDO (DE NUEVO) EL RIDÍCULO
Felipe Calderon vestido de chamula en mayo 2010
Felipe Calderon vestido de militar en 2007
En enero de 2007 Calderón apareció junto con su gabinete de seguridad en un acto oficial en una base militar vestido de “comandante supremo.” En su discurso le declaró la guerra al crimen organizado, les rindió tributo a soldados, marinos y policías y celebró las exitosas operaciones emprendidas contra el narcotráfico en Michoacán a un mes de haber tomado el poder. Aprovechó la ocasión para reiterar su disposición y empeño para imponer paz en el México amenazado por el crimen organizado en una larga lucha que costaría muchas vidas y dinero. Está de más mencionar que tres años y 24 mil muertos después, el fracaso y la futilidad de esta guerra son más que contundentes. En 2008 y este mayo del 2010 Calderón apareció en un acto oficial en Chiapas vestido con la indumentaria que cinco líderes indígenas le pusieron: el chuj de lana, el sombrero con listones de colores, pañuelo y morral de cuero. En esta ocasión agregó una plegaria a la parafernalia: “Dios de los chamulas, ilumínanos para gobernar, para trabajar siempre a favor de los más pobres.” En su discurso se declaró ser “amigo y hermano” de los indígenas y durante su visita a Chiapas, se la pasó contando anécdotas de familiares enfermos: “la tía Lucy se está curando” (de cáncer).
Al comparar estos eventos oficiales protagonizados por el presidente se nota la infiltración de la lógica corporativa de “branding” en la política (ya presente desde Vicente Fox, con sus botas y cinturón charros y su devoción por la Virgen de Guadalupe; hay que notar que los últimos presidentes también se han tomado la foto con los chamulas con el chuj puesto). En las dos instancias mencionadas, Calderón aparece como una burda imagen de marca haciendo transparente el brand de su gobierno: en el primer caso, la equivalencia entre poder político y poder militar (que evoca inevitablemente al fantasma de las dictaduras sudamericanas del siglo XX), el autoritarismo moralista y la imagen de la disuasión como violencia mítica. En el segundo caso, la imagen de marca de Calderón ejerce sobre-identificación con los indígenas, dirigiéndose a ellos como “amigo y hermano” cual ladino jugando a la diplomacia como si creyera en la democracia y hubiera una relación simétrica y ancestral entre el gobierno y los indígenas. Los comentarios privados sobre la salud de su familia muestran un líder accesible y humano buscando la empatía de sus gobernados. En este caso de Estado como imagen de marca, más allá de los viejos artilugios de la propaganda (que alimentaba los deseos colectivos de la clase media), se nos presenta una situación completamente distinta de lo que parece y que propone falsas alternativas políticas a problemas socio-económicos reales y urgentes. Por ejemplo, cambiar la libertad por la seguridad o las formas legítimas de ganarse la vida en nombre del desarrollo y progreso.
El aparato militar y de seguridad (subsidiado en parte por EU bajo el Plan Mérida) y la poca credibilidad en la efectividad de la estrategia para deshacerse del narcotráfico – cualquiera sabe que la frontera entre legalidad e ilegalidad en el intercambio, distribución producción y circulación de bienes es porosa por estar sujeta precisamente a los intereses de poder – hacen pensar que dicha estrategia sea en realidad el instrumento y la justificación para reforzar el aparato de represión y de desposesión del Estado en contra del pueblo. Por ejemplo, en la carretera de San Cristóbal al DF hay un retén militar aproximadamente cada 100 kms que claramente más que combatir el tráfico de armas y sustancias ilegales, afecta a civiles, provocando efecto de disuasión y miedo y efectuando control sobre la población.
La prueba de que las estrategias de la marca de “el México de Calderón” de militarización del país y de proclamar “amistad y hermandad” con los indígenas son instrumentos de desposesión, son los recientes actos de expropiación y destrucción por parte del gobierno del bien común y privado (entre otros muchos) en Jalisco, Guerrero y Chiapas. A principios de este año en Chiapas, 70 elementos de la policía entraron violentamente a la propiedad de la antropóloga Astrid Maribel Plato Durán y a cuatro otras aledañas destruyendo cinco cabañas, cercos, cimientos y caminos. Después de arrasar con los terrenos los policías limpiaron los escombros y proclamaron haber actuado en nombre del presidente municipal, quien tiene un predio que colinda con el de los afectados. Días después Mariano Díaz Ochoa declararía que el acto había sido un error. Un desalojo “pacífico” reciente fue el de dos predios en los que había asentamientos irregulares en la reserva de la Biosfera de los Montes Azules, supuestamente para salvaguardar el patrimonio ecológico de Chiapas. Para controlar la resistencia y desacuerdo en el campo Chiapaneco, el gobierno de Juan Sabines reparte dinero, amenaza y encarcela disidentes. Una considerable cantidad de comunidades se ha movilizado recientemente en contra de la construcción de la carretera San Cristóbal-Palenque. Amenazados de despojo y defendiéndos, son sujetos de persecución y asesinatos a manos de paramilitares y policías. Éstos casos no son sin precedentes ni únicos en los que se ejecutan acciones en vistas a la expropiación de terrenos o de comercialización de ejidos y reservas ecológicas para llevar a cabo proyectos (privados) rentables de desarrollo urbano, turismo o tecnología energética. Con antecedentes como San Salvador Atenco y la presa Picachos en Sinaloa, otras dos instancias son La Parota en Guerrero y El Zapotillo en Jalisco. Estos proyectos de construcción de represas se presentan como símbolos de desarrollo, energía limpia y alternativas frente a la crisis climática. Sin embargo, y de acuerdo con Silvia Ribeiro, nada de ello es verdad y los beneficiarios son un puñado de empresas transnacionales subsidiadas por el gobierno que con dichos proyectos van a controlar el agua, a hacer negocio con la construcción y generación de energía, mientras que despojan y destruyen a las comunidades privándoles de formas legítimas de ganarse la vida. Los despojos se explican con el actual movimiento neoliberal de acumulación primitiva a nivel mundial; en este caso y citando a Arundhati Roy: “Las represas son un medio seguro para desarraigar a los campesinos de su entorno y una manera descarada de quitarles a los pobres agua, tierra y recursos naturales para dárselos a los ricos.” Por otro lado, la tendencia intensificada de privatizar las funciones esenciales del gobierno hace que éste se haya transformado paulatinamente en una coraza hueca que sustenta una imagen de marca. Y la identidad de marca del México de Calderón es la esquizofrenia de la coexistencia de políticas progresivas con reaccionarias: la legislación de la unión de parejas gays y su derecho a la adopción y la penalización del aborto, la mano dura militarizada y el presentarse como “amigo” del pueblo y sujeto de empatía: haciendo que proliferen signos sin sustancia (como la parodia del “Bicentenario” patrocinada por el Estado). Se ha dicho ya que reconfigurar la acción política (si es que todavía es posible), implica ir más allá de rebelarse, tomar el poder o resistir (¿un retroceso?), estar a la defensiva del Estado, buscar la auto-organización y la sustentabilidad, darle la espalda al poder. También sería plantear nuevas formas de conceptualizar los nuevos problemas que encaramos, más allá de la negatividad de la crítica y la retórica del discurso, transmitiendo ideas nuevas con el silencio de la convicción.
Fuentes:
• La Jornada, 4 de enero de 2007, disponible en red: http://www.jornada.unam.mx/2007/01/04/index.php?section=politica&article=003n1pol
• La Jornada, 8 de mayo de 2010, disponible en red: http://www.jornada.unam.mx/2010/05/08/index.php?section=politica&article=005n1pol
• Luis Hernández Navarro, “La magia del chuj” La Jornada 11 de mayo de 2010, disponible en red: http://www.jornada.unam.mx/2010/05/11/index.php?section=opinion&article=019a2pol
• Revista Jovel No.43, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México (Febrero 2010)
• Naomi Klein, No Logo y and political culture, The Guardian, 16 de enero de 2010 disponible en red: http://www.guardian.co.uk/books/2010/jan/16/naomi-klein-branding-obama-america
• Silvia Ribeiro, “Mitos y engaños de las grandes represas,” La Jornada, 8 de mayo de 2010 disponible en red: http://www.jornada.unam.mx/2010/05/08/index.php?section=opinion&article=021a1eco
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