Estimados
Javier y Verónica:
Les escribo
para avisarles que he decidido no participar en la presentación de este jueves.
Cuando acepté su invitación no estaba al tanto del marco de puesta en escena de
antagonismo del evento (¡¿match de box?!), ni que la editorial gozara de
subsidios de las principales instituciones culturales del Estado, ni de que se
me fuera a atribuir una función de
“investigadora atribulada”. Y hoy me entero de la acción de destruir cajas de
zapatos. Tanto el marco como la acción, y el tono en general, me parecen
superficiales, demagógicos, infantiles y que banalizan al problema en cuestión:
el arte contemporáneo como engranaje central de la maquinaria neoliberal, como
parque de diversiones de la élite y como escaparate legitimador de las
políticas represivas y expoliadoras del Narco-estado-corporación. El formato que
proponen se me hace comparable a un programa de televisión con el objetivo de
entretener imposibilitando tomas de postura que pudieran tomarse en serio, neutralizando
la complejidad crítica con una mera confrontación entre “entes narcisos”
peleando por la última palabra y máxima visibilidad en el circo de la producción
cultural “crítica”. No me había percatado tampoco que Tumbona editara al
“Manual de estilo” de Pablo Helguera. Siento mucho no poder tomar parte en esta
diseminación de hipocresía que es el combustible de la maquinaria cultural
disfrazada de lucidez crítica, que permite auto-críticas y críticas
institucionales dentro de límites pre-establecidos y bajo términos aceptados de
antemano, obviando los problemas reales por cuestiones estratégicas. Siento
también que tanto el evento como el libro de Javier sufren de falta de
congruencia y de honestidad crítica, sobre todo ante un artworld subsidiado por un Narco-Estado-corporación que extrae
dinero y poder con asesinatos de masa, soberanía selectiva, descomposición
social, expoliación y despojo, terror de estado, transferencia masiva de riqueza
y especulación, que ustedes pretenden simbólicamente deslegitimizar destruyendo
cajas de zapatos, que al fin y al cabo, es también un comentario a la autonomía
del arte bajo el espíritu de Duchamp y Warhol que para Javier tienen la culpa
de la banalización de la estética y por lo tanto de la realidad. Ya lo han
dicho por ahí: “La cultura es la profesión de criticar a la cultura”. Les
incluyo abajo el guión para la entrevista que había preparado para la
presentación.
Saludos,
ie
·
Contra el arte contemporáneo es un texto modesto, aunque ambicioso.
Su tono es conservador, pero revoltoso y polemizante. Usa valientemente
términos vintage como: sistema, ideología, estructura, sociedad del
espectáculo, simulacro. El texto se divide en cuatro secciones: la primera y la
última, abordan lo que Toscano describe como el ‘sistema del arte’, es decir,
las condiciones de producción y la forma en la que se legitima al arte desde el
punto de vista global con un pie nebuloso en México (aparte de una vaga crítica
al CONACULTA citando a Cuauhtémoc Medina, Toscano no toma ninguna posición
concreta con respecto al ‘sistema nacional de arte’, es más, la edición del
libro es editada con subsidio del ‘sistema’).
·
La
segunda y la tercera secciones del libro, abordan las transgresiones de Duchamp
y de Warhol, que se cristalizan en el [Brillo Box (1964)]: esta pieza
inaugura una categoría de arte inventada por los readymades de Duchamp llamada
“el arte en general”. Una crítica a la forma de producción y de legitimización
del arte, los readymades consumaron el divorcio entre el arte y el oficio
tradicional del artista con habilidades especializadas y hábitos artesanos.
Representan el rechazo a la pintura, al sistema de Bellas Artes, al trazo único
del artista como fuente de legitimación y valor de la obra arte. En sintonía
con una sensibilidad industrial, los readymades dieron lugar a la ‘desprofesionalización’
y la ‘despersonalización’ en el arte, cambiando el paradigma de creación del
arte, el cual hoy día es la norma. Para Toscano, la situación del “arte en
general” legitimada por el “sistema del arte”, es el génesis de lo que él
llama: “transestética”. Según, Toscano, la transestética es la banalización de
la estética porque “cualquier cosa puede ser arte” y “cualquiera puede ser
artista”; ello tiene como consecuencia que los museos estén poblados de
simulaciones de irreverencia, dando pie a la colonización de la estética de la
realidad. Para Toscano, si Duchamp “tiene la culpa”, Warhol marca el pasaje del
artista a la “función de artista”: los productos visuales “puros” de Andy
Warhol, son un “simulacro de función de artista” porque renuncia a producir
significación. Aquí Toscano alumbra una paradoja que surge con Warhol: la “subjetividad creadora” se anula con el gesto
mecanizado con el que reproduce las imágenes que produce bajo su brand, haciendo que el artista desaparezca
a favor de una mera “función de artista”. Para Toscano, la “función de artista”
(una práctica de cultivo del yo auto-glorificante) y el “arte en general”, son
la fuente principal de los vicios del actual “sistema del arte.”
·
Para
mí, la crítica institucional de Duchamp y Warhol que consiste en renunciar a la
referencialidad y en cuestionar a la autoría como fuente de legitimación, no
bastan para iluminar la actual forma de funcionar del artworld, y es necesario incluir un análisis de la confluencia
entre la economía política, la industria de la cultura, el capitalismo
cultural, la especulación y las relaciones de poder para entenderlo. En un texto clave de 1971, Linda Nochlin
aborda las condiciones de producción del gran arte y los discursos que les
subyacen: el elitismo romántico, lo sublime, el genio, la originalidad. Hoy en
día, estos discursos han regresado con venganza no para legitimar al arte como arte, sino para inflar su valor en el
mercado. Plinio le atribuye al pintor griego Lyppus las mismas habilidades mágicas
que Max Bouchon a Courbet, Vasari a Giotto, de la misma manera que el mercado
infla el valor de la obra de Damien Hirst con exposiciones, escándalos,
publicaciones, eventos y transacciones secretas. La historia del arte y los
precios en el mercado se basan en la mitología del Wunderkind autodidacta: si en el siglo XVI el genio descubierto era
pastor, hoy en día es de clase obrera, y aunque sobresalir en el arte siempre
ha sido cuestión de habilidad, trabajo e inteligencia, también sigue siendo indiscutiblemente
cuestión de género, raza, clase, y conectes.
·
Lo
que distingue al arte contemporáneo del arte de siglos anteriores es que hoy en
día, el arte y la cultura se encuentran en el grueso de los procesos
neoliberales: no sólo la cultura en general y el arte contemporáneo en particular
son un ámbito o un brazo del poder [Forbes],
sino que tanto Estados como corporaciones invierten en ellos porque los
conciben como fuentes de plusvalía, crecimiento económico y paliativos para los
estragos de las políticas neoliberales en el tejido social:
“El horror que nos circunda
demuestra que vivimos en tiempos eminentemente shakespereanos. El arte y la
cultura son el único bálsamo frente a la barbarie”
Jorge Volpi, inauguración del Festival
Cervantino,
8 de octubre de 2014.
·
A mi
modo de ver, con el concepto de ‘transestética’ y su argumento de que el arte neoliberal
es fruto de una ‘función de artista’, lo que hace Toscano es tirar ‘al bebé’ de
la categoría del arte en general (fusionándolo con la mercadotecnia y los mass
media), junto con el ‘agua de baño’ de la autonomía del arte, para abogar por
un tipo de arte democrático, grass roots
y que se auto-legitima como arte pero
fuera del ‘sistema del arte’ (¿Cómo sería eso posible? ¿Los artistas grass roots pueden pedirle becas del
FONCA o no?)
· Toscano argumenta también, que la
autonomía del arte no es más que un ‘resabio metafísico’, sin embargo, el
problema real tiene que ver con que el arte ya no designa un reino reproductivo
ni representativo, sino que es un campo de producción y de poder sociales. Es
decir, la autonomía del arte es de hecho un problema porque es un ámbito de
producción de valor agregado, no porque legitime a cualquier cosa como arte y a
cualquier persona como artista. Más allá de Warhol y Duchamp, ha habido una
nueva transformación en la obra de arte; luego de Warhol viene Rikit Tiravanija
vía Fluxus (desmaterialización en el arte): la obra de arte se ha disuelto y
transformado en relaciones, espacio, contexto, extendiéndose en el tiempo. Es
decir, el artworld es parte de una
economía de especialización y de producción de relaciones sociales que se
materializa en exposiciones, conferencias, simposios, vernissages, homenajes,
fiestas VIP, presentaciones. Los lazos que se crean son más importantes que la
obra en sí, por lo tanto el artworld
no es un ‘sistema’ sino un contexto, una red social de distribución de la
producción creativa que produce plusvalía. Al mismo tiempo, el arte
contemporáneo es un parque de diversiones para los ricos con la función de
embellecer al capitalismo y por eso el glamour del arte contemporáneo es
indisociable de la precariedad laboral, la expoliación de modos y de formas de
ganarse la vida, la guerra contra el crimen organizado y la guerra contra el
terrorismo, las terapias de shock en las economías en crisis y de las burbujas inmobiliarias.
·
Para
Toscano: “El ámbito del arte mantiene hoy una hermandad de vanguardia con el
sistema económico neoliberal; (el dinero es la nueva religión y el arte
contemporáneo provee los nuevos objetos y recursos para el culto del dinero)”. Esta
declaración me parece conservadora e imprecisa; para mí, el arte contemporáneo
es parte del complejo militar industrial global, los museos son fábricas
sociales y campos de batalla, sirven para legitimar gobiernos y corporaciones,
son el suplemento pacificador de la opinión pública, no es cuestión sólo de
dinero sino también de poder simbólico y manufactura de consenso y opinión.
·
Hay
un debate que se ha dado en el artworld
en los últimos 15 años más o menos; está por un lado los que defienden al arte que
se traduce a objetos u acciones que se exhiben en galerías o museos y por otro,
los que lo critican y producen o valoran al arte útil, que opera fuera del
estudio, museos y galerías, en el espacio público y que pretende tener
injerencia en los procesos sociales y en la realidad. En los últimos 20 años o
así, hemos visto aparecer arte parecido al que prescribe Toscano al final de su
libro: extramuros, con un ánimo democrático, participatorio y relacional, que
busca romper con la alienación capitalista (con colectivos como: Temporary
Services, Colectivo Cambalache, Las agencias, Electronic Art Ensemble, etc. Y
la mayoría del arte que se exhibió en la Dokumenta pasada) ¿Cómo situaríamos la
noción de grass roots de Toscano en
este debate?
·
Toscano
define al artista narciso como su propio jefe, su propia autoridad, autodidacta
y por eso mediocre y oportunista, apropiándose de referencias sin reconocerlas
abiertamente, que sólo busca reconocimiento y visibilidad. Escucho un eco en su
definición de ‘función de artista’ a la crítica que hizo Gilles Deleuze a los
‘nouveaux philosophes’ en los 1970s. Para Deleuze, Bernard-Henri Levy, Alain
Finkielkraut, André Glucksman, entre otros, habían transformado la función
creadora de la filosofía en función de autor. Después de que la autoridad de la
autoría, la validez del significante fueron cuestionadas en el ’68 y por el
postestructuralismo, Deleuze observa que el autor había regresado con venganza,
pero vaciado de contenido, lleno de vanidad, repitiendo conceptos reducidos y
estereotipados, con una fuerza enojosa y reaccionaria. Deleuze habla de figuras
concretas, ¿por qué Toscano no nombra a sus ‘artistas narcisos’?
·
A mí
me parece que el ‘narcisismo’ es una condición a todas las profesiones en general
bajo el neoliberalismo. El trabajador es narciso porque la subjetividad del
emprendedor neoliberal está basada en una imagen ideal: la de Steve Jobs o Mark
Zuckeberg, a quien todos se buscan parecer. Por eso, en La carte et le territoire (2010) de Michel Houellebecq, Jed Martin,
el personaje principal, un pintor exitoso hace retratos de emprendedores
capitalistas millonarios, productores culturales celebrities puestos al mismo nivel que trabajadores de otros
ámbitos que no son famosos.
·
Damien
Hirst y Jeff Koons se reparten el mercado del arte, inacabada, óleo sobre tela (120x150cm)
·
El
arquitecto Jean-Pierre Martin dejando la dirección de su empresa, óleo sobre tela
·
Michel Houellebecq, escritor, óleo sobre tela
·
Bill
Gates y Steve Jobs platican sobre el futuro de la informática - La conversación
de Palo Alto, óleo sobre
tela
·
Aimée,
escort-girl, óleo sobre
tela
·
Maya
Dubois, asistente de telemantenimiento,
óleo sobre tela
·
El
periodista Jean-Pierre Pernault presidiendo una conferencia de redacción, óleo sobre tela
·
El
ingeniero Ferdinand Pleich visitando los talleres de producción de Mosheim, óleo
sobre tela
·
Ferdinand
Desroches, carnicero de caballo,
óleo sobre tela
·
Claude
Vorilhon, gerente de la tienda de tabaco, óleo sobre tela
A mí me
parece que colocando al narcisismo como condición específica de los artistas, Toscano
denosta el trabajo de décadas de reflexión, experimentación, dedicación de
algunos artistas (unos famosos y otros no), que además de ser talentosos, toman
su trabajo más en serio que al artworld.
Siento que la búsqueda de reconocimiento, visibilidad y éxito son pulsiones que
dominan el ámbito de la cultura – pero no es exclusiva a los artistas.
Al
comienzo del libro hay una cita de Stiegler sobre la gramatización. Para Stiegler, la gramatización son los efectos homogeneizadores de la industria de
la cultura en el sentido estricto de la industria de la cultura según
Horkheimer y Adorno (mass media, radio, cine, medios digitales). La
gramatización es una forma de alienación,
de masificación individuada, la creación de valores y deseos por medio del
marketing, el hecho de que todo se haga consumible, desde la educación, la
cultura, la salud etc. La producción estética se dirige a suplementar el
mercado del entretenimiento con nuevas experiencias y sensaciones cultivadas,
con la promesa de romper con la alienación capitalista (a través de la crítica,
iluminación, excepcionalidad), prometiendo individualidad y singularidad ante
la masificación de todo. ¿Llamaría Toscano a esa promesa del arte uno de los
efectos de gramatización en el arte y por lo tanto también un simulacro? Hay
una contradicción en su argumento: para mí que las prácticas antigramáticas por las que aboga Toscano
necesitan proclamar un lugar de excepción – ante la gramatización – para poder
efectuarse como tales –la autonomía del arte sería ese lugar de excepción ¿o si
no, cuál?
·
Para
Toscano, la “transestética” es un reflejo de la banalidad del arte en el mundo
exterior, un ‘simulacro’ de estilo de vida consumible, la alienación creada por
la masificación. En los 1980s y en los 1990s, artistas como Damien Hirst,
Richard Prince, Haim Steinbach, bajo la influencia de Warhol y Duchamp,
hicieron arte precisamente sobre la vacuidad simulacral en el arte y la
realidad. Esta vacuidad, como Toscano lo menciona, ha sido perfectamente
incorporada al mercado y a los mass media. Sin embargo, ni la noción de
‘Sociedad del espectáculo’ (el momento histórico y en la producción capitalista
en el que las relaciones humanas son mediadas por imágenes) ni el concepto de
simulacro[1]
que Toscano menciona son suficientes para describir la complejidad de la actual
relación entre las imágenes y la realidad, la estética y su producción. No sólo
significados y símbolos han sido colonizados por el capitalismo, sino que lo
perceptible que le da forma a nuestra experiencia –la aiesthesis: está colonizado. Una consecuencia de ello es el
fenómeno del coleccionismo sin gusto: los patronos compran obra de Daniel
Guzmán como una inversión, aunque lo que realmente les gusta es el bodegón
neocolonial que pintó la abuela o las esculturas de Juan Soriano o de Jorge Marín.
Hay que considerar también los cambios masivos traídos por el nuevo régimen de
los medios digitales: no trajeron sólo formas diferentes de manufacturar y de
producir, sino también formas nuevas de articular la experiencia vivida.
Siguiendo a Stephen Shaviro, los nuevos medios dan lugar a una sensibilidad que
flota en el ambiente y que permea nuestra sociedad: la “expresan” a través de
lo sensible, generando afecto para extraer valor de allí. Ya no es cuestión de
ideología ni de superestructuras marxistas, sino de procesos que están en el
corazón de la producción, circulación y distribución social. Es decir, el
afecto genera subjetividades y juega un papel crucial en la valorización del
capital. El afecto es capturado, reducido y calificado como emoción, creando
mapas afectivos que no representan sino que ejecutan activamente relaciones
sociales. De forma distinta al pasado régimen simulacral, la realidad ya no
está poblada de imágenes y símbolos vacuos, sino que las imágenes, como lo
indica Hito Steyerl, han comenzado a filtrarse por las pantallas y a invadir la
materia objetiva y subjetiva, teniendo como consecuencia que la realidad esté
“postproducida”, es decir, hecha de imágenes, procesos y constelaciones antes
pertinentes a las imágenes (montaje, copy-paste, etc.). Esto tiene
consecuencias mayores para la producción estética contemporánea y para entender
cómo funciona bajo el marco de la economía política neoliberal.
Bibliografía
· Thierry
de Duve, “An Ethics: Putting Aesthetic Transmission in its Proper Place in the
Art World,” Art School (Propositions for
the 21st Century), ed. Stephen Madoff (Cambridge, Mass.: The MIT Press,
2009)
· Brian
Massumi, “The Autonomy of Affect” disponible en red: http://www.brianmassumi.com/textes/Autonomy%20of%20Affect.PDF
· Lynda
Nochlin, “Why Have There Not Been Great Women Artists?” (1971) disponible en
red: http://davidrifkind.org/fiu/library_files/Linda%20Nochlin%20%20Why%20have%20there%20been%20no%20Great%20Women%20Artists.pdf
· Stephen
Shaviro, “Post-Cinematic Affect; On Grace Jones, Boarding Gate and Southland
Tales,” Film Philosophy 14.1
(2010)
· Hito
Steyerl, “Too Much World: Is the Internet Dead” e-flux journal #49 (November 2013), disponible en red: http://www.e-flux.com/journal/too-much-world-is-the-internet-dead/
· Bernard
Stiegler, “Suffocated Desire, or How the Cultural Industry Destroys the
Individual: Contribution to a Theory of Mass Consumption” trans. Johann Rossouw
Parrhesia No. 13 (2011), pp. 52-61
· Bernard
Stigler, “Interview: From Libidinal Economy to the Ecology of the Spirit” with
Frédeeric Nayrat, trans. Arne De Boever Pharresia
14, (2012), pp. 9-15.
·
Javier
Toscano, Contra el arte contemporáneo
(México DF, Tumbona, 2014)
[1] Para Jean Baudrillard, los medios y la
cultura han saturado a la sociedad con construcciones de signos y de símbolos
de la realidad percibida; la saturación es tal, que dichos signos y símbolos se
han hecho vacuos e intercambiables y no hacen más que referir unos a los otros,
señalando la falta de una realidad profunda y vacía.
Coherente como siempre, el activismo de los independientes subsidiados siempre será cuestionable. Follow the money.
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